¿Qué pasa con Laura?

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martes, 15 de marzo de 2016

El día que me dio por hacer pan



Voilá! Aquí estaba mi pan.

A raíz de una intolerancia al gluten llevaba rondándome por la cabeza que si supiese hacer pan sin gluten en casa, ahorraría tiempo y dinero.

Pues bien, me hice con una bolsita de mezcla de marca Beiker, que puede adquirirse fácilmente en Mercadona y un taquito de levadura sin gluten también de Mercadona.



"Sólo" había que seguir los pasos que indicaba la bolsa y mezclar el preparado con agua, sal y azúcar.
Todo ello a mano, ya que no dispongo de ninguna máquina específica para esto (que las hay).

Pues bien, todo parecía relativamente fácil: pesé las cantidades justas en una pesa digital, mezclé todo bien amasando con las dos manos hasta que la pasta obtenida se hizo homogénea. Entonces fui cuando me di cuenta de que mis manos se habían quedado atrapadas dentro de esa masa. No había manera de sacarlas y mucho menos de limpiar o retirar los restos de mis manos. Todo esto bajo la atónita mirada de mis dos hijos de 3 y 7 años. "Pero ¡mamá!, ¿el pan se hace así? Puajj" -decían-. Y yo pensaba... "espero que nadie me necesite en los próximos 10 minutos hasta que sea capaz de sacar las manos de aquí dentro". ¡Cuánto nos reímos!

Al final, conseguí librarme de la masa y estuve otros 8 minutos con las manos bajo el grifo intentando limpiarme los restos. Fue asunto casi imposible y tuve que acudir al mismísimo estropajo para retirar los restos. Con lo cuál, os podéis imaginar cómo acabaron mis manos...

A continuación, deje la masa reposar en el mismo recipiente como una hora y a la vuelta se suponía que debía dar forma a aquello, bien como pequeños panecitos, bien como un gran pan. Pero la masa seguía igual de pegajosa y no quería volver a hacer pasar a mis manos por ese mal trago.

Así que preparé la bandeja de horno con su papel y, con la ayuda de dos cucharas, intenté hacer cuatro montañitas de masa. Como podéis ver arriba, finalmente lo medio conseguí, pero cuando estaba añadiendo las 4 montañitas realmente tenía la sensación de que la masa se expandía por toda la bandeja y que no había forma ninguna.

A posteriori puedo decir que el pan estaba bueno y esponjoso, pero si lo volviese a hacer creo que cambiaría lo siguiente:
  • Haría rayitas en la masa, ya una vez en la bandeja, para facilitar su posterior cortado.
  • Utilizaría unos guantes finos de latex para amasarlo todo y no tener que meter mis manos en tremendo trajín.
Finalmente resultó ser tanto pan, que lo tuve que cortar y congelar, cosa que resultó bastante difícil ya que la costar exterior estaba muy dura cuando se enfrió y al ser de maíz, la masa se resquebraja con facilidad. Lo corté como pude, con el inconveniente de que las rodajas más gordas no caben en la tostadora y te vez obligado a encender el horno (otro gasto más de electricidad).

En resumidas cuentas, fue interesante el experimento, pero creo que voy a seguir prefiriendo comprar el pan y ahorrar en luz y crema de manos. 

¿Habéis probado alguna vez a hacer pan "manual" sin ayuda de máquinas?
¿Y pan sin gluten?

¡Espero vuestros comentarios!
¡Hasta la próxima!












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